La TDR (terapia de regresión) es una técnica psicoterapéutica transpersonal, donde el alma sana y logra recuperar las memorias que han quedado atrapadas en otras líneas de tiempo, que si bien permanecen en nuestro subconsciente, se dejan ver en diferentes síntomas que nos impiden llevar la vida que deseamos.
Por medio de la regresión la persona revive los hechos traumáticos o significativos no resueltos, grabados y reprimidos en la memoria subconsciente, y cuya carga emocional aún está actuando, causando los disturbios psíquicos, psicosomáticos y de comportamiento.
Durante la regresión, la persona revive los acontecimientos originales, sintiendo en su cuerpo las sensaciones físicas, experimentando las emociones vividas y tomando conciencia de sus pensamientos en esos momentos. Esto es fundamental, porque no basta con recordar, sino también vivenciar los hechos del pasado como si se estuviera ahí.
Durante el trabajo hay una gran liberación de energía emocional, lo que produce una reestructuración en los distintos niveles de conciencia. La regresión se desarrolla en el plano psíquico, mental, emocional y espiritual. Se trata de una experiencia personal y directa, donde el terapeuta no interpreta nada. Simplemente actúa como conductor de la experiencia, acompañando y asistiendo al paciente para que haga contacto con su verdad, ayudando a la persona a descubrir lo que tiene que descubrir.